Dickens en su famoso “Un Cuento de Navidad” nos relata la historia de Ebenezer Scrooge, un hombre codicioso, egoísta y profundamente infeliz. Scrooge odia la Navidad y la idea de “dar de lo que tienes a los demás”, no hay duda que este estilo de vida suyo es gran parte de su infelicidad y amargura.
Después de una noche donde se le aparecen los “espíritus de las navidades pasadas, presentes y futuras”, este hombre sufre una asombrosa transformación, quien antes era egoísta y codicioso, ahora es generoso y desprendido. Contrario a lo que pensamos, uno de los secretos de la felicidad no es “tener más” sino “dar más”, compartir, ayudar, pensar en el otro,
Aunque la generosidad es parte de la felicidad, no es la raíz de esta… entonces, ¿dónde se encuentra el máximo secreto de la felicidad?. En un sentido todos somos como Ebenezer Scrooge, necesitamos que pase algo extraordinario que transforme radicalmente nuestras vidas, pero espera, ese “algo extraordinario” ya pasó hace más de dos mil años!!!. El ser humano estaba roto, perdido y separado de su creador, pero fue ese mismo Dios quien decide enviar a su único hijo al mundo, como un pequeño bebé para que creciera, viviera entre nosotros, 33 años más tarde muriera en una cruz y resucitando al tercer día lograra restablecer el puente entre Dios y los hombres. La Navidad es el mejor momento para recordar, reconocer y celebrar que Jesús nació y, de esa forma, Dios se acercó a nosotros dándonos la oportunidad de “regresar a casa” al amparo de nuestro creador y Padre celestial que nos ama entrañablemente. “Regresa a casa”, ese es el verdadero secreto de la felicidad.
¡FELIZ NAVIDAD!
Ing. Joanna Villarroel