Hemos vivido un tiempo lleno de dolor y desesperanza, y necesitamos urgente fortalecernos
en el amor, ya que fuimos creados para compartir de este don hermoso que Dios nos ha dado.
El amor jamás debería condicionarse por las equivocaciones, puesto que todas las personas
somos perfectamente imperfectas. Asimismo, el amor no depende de lo que hemos hecho o
dejado de hacer, más bien, nos acerca a la libertad de caminar sin ataduras de culpa y
vergüenza.
Cuán importante es que sus hijos y sus seres queridos sepan que no importa lo que pase a su
alrededor o en su interior, el amor suyo hacia ellos nunca cambiará. En este tiempo lleno de
cambios, de estrés y dolor, necesitamos sentirnos seguros en el amor de nuestros padres.
Sus hijos los necesitan, ellos están pasando un tiempo igual o más difícil que ustedes, y deben
encontrar ese lugar seguro en los brazos de sus padres.
“Que nunca te abandonen el amor y la verdad: llévalos siempre alrededor de tu cuello y
escríbelos en el libro de tu corazón.” Proverbios 3:3 (NVI)
Amemos con verdad y hablemos verdad con amor, pues tanto el amor como la verdad son
requisitos no negociables para ser plenos y felices.
Debemos ser prudentes al decir las cosas, pero no por eso significa que no se deban decir lo
que está mal. Es importante los límites y la disciplina en casa, sin embargo, sus hijos deben
saber que es por su propio bien, no para hacerles un favor a los padres, porque el verdadero
amor no busca su propio beneficio, por lo contrario, busca el bien y la felicidad de la otra
persona en todo momento, sin importar las circunstancias.
Por otra parte, debemos sujetarnos siempre de nuestro padre celestial, que nos guiará en
amor y nos llevará a encontrar el gozo en el crecimiento, progreso y madurez de nuestros hijos
y la persona amada. El que ama, ora e intercede constantemente por el bienestar de otros.
Dios diseñó el amor entre dos personas como una vía poderosa para crecer en santidad ya que
mientras amamos crecemos espiritualmente.
De ahora en adelante enfócate en dar amor desinteresado poniendo delante del Señor la vida
de quienes amas, cuidando el propósito de su vida y protegiendo sus corazones. El amor es
una decisión en acción, pues somos nosotros quienes escogemos día a día amar o no hacerlo.
Por lo que podemos concluir que el amor verdadero va más allá de las simples expresiones:
está hecho de acciones más que de palabras.
Mtr. Ma Luisa Almeida
Neuropsicóloga – Coordinadora del DECE